Si después de alcanzar los octavos como primera de grupo, Gales ya asustaba, esta selección da cada vez más miedo; no por tener un gran juego o por ser una máquina de marcar goles sino por la particularidad de sus potentes contraataques y su consistencia defensiva, y la habilidad de mantener la mente fría y adaptarse a la temática del enfrentamiento. Sin dominar el partido hizo suya la eliminatoria.
Bélgica saltó al césped más enchufada y con la cabeza puesta en anotar un gol cuanto antes. Tras un par de tiros a puerta, Nainggolan se sacó de la manga un zapatazo desde la periferia del área galesa para poner el 1-0 con uno de los mejores tantos de la presente Eurocopa.
Si bien, Gales ofreció una versión distinta tras encajar el primero. Despertó de poco en poco, con momentáneas apariciones de Bale para comenzar a tejer una remontada de cuento de hadas, pues los galeses están soñando en grande. Sería en el 31' cuando llegaría Ashley Williams, incuestionable capitán, a rematar un saque de esquina asistido por Ramsey.
Como la vieja frase de los tres mosqueteros, "todos para uno y uno para todos", Gales jugó a modo de bloque, con sus hombres bien juntos y luchando todos por un objetivo común: ganar. Espacio de diez minutos entre el descanso y la remontada, para que Bélgica tuviera tiempo de asimilar lo que se aproximaba. Recibió Robson-Kanu en el corazón del área para caracolear entre dos defensas y romper la telaraña. El 2-1 era real.
Anímicamente, el segundo tanto sentó mal a los 'red devils', los cuales aumentaron la intensidad pero su imagen dejó mucho que desear. El estrés fue comiendo las entrañas al equipo que se lanzó a la ofensiva con palos y piedras, tratando de rascar un gol que, por fortuna o por desgracia, no llegaría nunca. Ni Hazard, ni De Bruyne, ni Fellaini, ni Lukaku... Lo más destacado: un lanzamiento de Witsel a la altura de la frontal con rumbo a la grada.
Redactado por Alberto García Martínez (@Albertitogmlc)
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