viernes, 3 de junio de 2016

OPINIÓN| Los atléticos somos unos apasionados

Lo que el fútbol y el Atleti nos enseñaron, lo hemos tomado como un modo de vida. Es más grande aquello que nos une que lo que nos separa. Siento lo mismo por el Atlético que por mis mayores pasiones; y es que no hay nada más grande que luchar por un sueño y el sentimiento innegable de un colchonero es y será siempre un símil de la sensación de estar enamorado.

Cuando alguien o algo rompe en halagos por alguno de los nuestros, por el talento o habilidad de un jugador criado en el Atleti, nosotros sentimos un orgullo inmenso. Si el dicho dice que mueras por los tuyos, nosotros somos capaces de dar una vida a todos aquellos que comparten nuestra pasión. Eso de ser del Atleti siempre será un romance propio que solo entendemos los que lo sentimos.

Tantas caídas, tantos sueños que nos quedamos a las puertas de cumplir, tantas veces que el sabor amargo se nos atraganta al no alcanzar esa meta tan ansiada, eso es básicamente lo que el fútbol ha regalado al Atlético. El llanto de un colchonero es demasiado natural, por ello el mundo nos debe una, por ello estamos muy seguros de que vamos a alcanzar la gloria. Dicen que el amor es aún mas intenso hasta el momento en el que finalmente se consuma, por eso no hay más que darse cuenta de lo que sentía un atlético en ese momento en el que se nos iba la tercera Champions de la historia, en ese momento le cogimos aún más deseo a esa competición; las ganas que le tenemos a la competición europea son comparables con un amor platónico que en el fondo sabes que se cumplirá, está escrito que el Atleti obtenga recompensa a su lucha.

Un momento para la historia, más que rencor tenemos coraje a esa milésima de segundo en la que Cristiano rompió la telaraña en Milán. A todos los madridistas les digo que no tendrán ni mi envidia ni mi ira, esto va mucho más allá de ganaros a vosotros, son cosas nuestras, por eso no intentéis buscarnos las cosquillas, nuestro deseo no tiene que ver con vuestros títulos sino con los nuestros, mi amor por el Atleti es mucho mayor que mi odio por el Madrid, ser colchonero no implica ser antimadridista, pero eso es otra historia que no viene a cuento.

Juanfran Torres, un esférico recubierto de estrellas, una línea dibujada sobre el césped a once metros de una portería de 7,32 metros de ancho por 2,44 de alto, un estadio en el cual hay presentes más de 70.000 almas y un sueño en los pies de un hombre. Al otro lado, Keylor Navas, bajo un travesaño y pensando en Dios sabe qué -él llevaba la batuta en la plegaria merengue, por sus manos pasaba una Champions-. Con todo esto, la situación es clara, el Madrid gana por 4-3 en la tanda de penales y se acerca el cuarto disparo rojiblanco, lo que pase tras la consecución de los diez segundos, aproximadamente, que tarde el alicantino en disparar, decidirá la eliminatoria. Es el momento de pensar en los 'y si'. Y si Juanfran falla, y si marca, y si Keylor para, y si se tiene que repetir el disparo, y si se acaba el mundo ahora... el destino puso punto y final a los 'y si', el poste repelió algo más que un balón; solo quedaba una bala en la recámara, Oblak contra el mundo, esta vez no hubo final heroico, cayó sobre el césped un sueño inmenso. La catástrofe a un lado, al otro la gloria del que nunca se cansará de saborearla. No había más que hablar, ningún mortal encontraría respuesta a las preguntas que pasaran por las mentes de los atléticos tras aquel doloroso suceso.

El mundo, la vida... alguien regaló al atletismo un último momento para soñar, ése en el que te aferras a la última piedra antes de caer al precipicio, fue lo que pasó entre el fallo de Juanfran y el gol de Cristiano. Recuerdo perfectamente ese instante, ni siquiera la estadística más exacta hubiera sido capaz de presagiar con total certeza lo que iba a ocurrir a continuación. De repente, todo se acabó, comenzaba una reflexión casi eterna con una clara conclusión, no basta con soñar, la vida no es cómoda, pues lo cómodo hubiera sido ganar la Champions; os aseguro soñadores, que la ganaremos, porque hay cosas que dependen del azar y otras que están en la mano de los luchadores. El Atlético lleva la lucha como un talento innato; por todo esto, volveremos y ganaremos.

Volveremos a hacer lo que siempre hemos hecho, volveremos a molestar y volveremos a dar guerra. Volveremos los colchoneros a jugarnos la vida, volveremos a caer y volveremos a levantarnos. Volveremos a por lo que nos pertenece, volveremos a por lo que merecemos y volveremos, en definitiva, a por la gloria. Sobre todo, y por encima de todo, nunca dejaremos de creer y solo la muerte nos separará de soñar. Creed atléticos, creed.

Yo solo soy un colchonero más, uno de los muchos que hay, pero todo aquel que es colchonero de verdad comparte mi sentir. Este sueño y esta esperanza están tatuadas sobre el corazón de un rojiblanco, los desvelos y verdades que forman parte de los mandamientos del Atleti. Esto es, señores y señoras, la vida y la máxima verdad de la pasión, porque los atléticos somos unos apasionados.








Redactado por Alberto García Martínez (@Albertitogmlc)

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