McLaren-Honda,
escudería histórica, unión repleta de triunfos conseguidos a base de esfuerzo y
dedicación de ingenieros y grandes pilotos. Pasado brillante, futuro
prometedor. O eso es lo que se vendía cuando aún no había empezado la temporada.
Y es
que era fácil soñar con ver a Fernando
Alonso o Jenson Button, campeones del mundo, en la lucha por el podio, poniendo
contra las cuerdas a los Mercedes, con la misma escudería con la que el gran
Ayrton consiguió ganar.
Mucha
espectación, favorecida por ingenieros, tanto ingleses como japoneses, que
hicieron soñar, volar muy alto, a todos los seguidores de la escudería y de
ambos pilotos. Pero como siempre se ha dicho, todo lo que sube, baja, y con tan sólo una carrera, todos estos
aficionados cayeron y se dieron de golpe con la triste realidad: llevaban
un año de desventaja, y el proyecto aún dejaba mucho que desear.
Carrera
tras carrera, se vendía humo, se hacían promesas acerca de lo que aquella unión
había evolucionado en una semana; y de nuevo, al finalizar el Gran Premio, la
realidad atizaba a todos los que se habían creído sus palabras.
Y es
que la fórmula 1 es un deporte muy impreciso, en el que todo tiene que
funcionar correctamente. Y cuando algo falla, el trabajo que requiere
arreglarlo es monumental. Ésta es la situación que los optimistas de
McLaren-Honda se han encontrado.
Un
regreso que parecía poder ser histórico, lo ha sido, pero en el extremo opuesto
al que se esperaba. Un regreso vacío de triunfos, vacío de méritos, vacío de
celebraciones.
Pasaron
de un “esperamos luchar por el podio para el final de temporada” a un “ya
estamos centrados en 2016, lo que nos queda para nosotros será como un test.”
Es
fácil resumir la temporada de la escudería. Carrera tras carrera, se prometían
mejoras, utilización de tokens, modificaciones en coche y motor que, una vez se
ponían en marcha, parecía que sólo conseguían empeorar la situación. La
distancia con los primeros se mantiene desde el inicio, y los últimos cada vez
están más cerca. La impresión que dejan en pista es, como poco, decepcionante.
No consiguen verse en niguna batalla, siempre en tierra de nadie, y esperando
que ocurra un milagro para conseguir algún punto con el que volver a fantasear.
Por si fuera poco, los conflictos dentro de la unión han empezado a salir a la
luz. La tensión es palpable, y es que cuando las cosas no van bien, nada es
culpa de uno mismo. Ingleses y japoneses parecen no estar de acuerdo sobre qué
es lo que falla en el monoplaza, y mientras, seguidores e incluso los propios
pilotos, se empiezan a impacientar ante las deprimentes actuaciones; como fue
el caso de Spa, la última carrera.
En
datos, actualmente cuentan con tan sólo 17 puntos, a más de 400 de Mercedes,
los primeros, o a casi 100 del “podio” de constructores, a falta de 8 Grandes
Premios que se plantean incluso peor que los que ya han disputado. Datos,
impresiones, que distan mucho de parecerse a lo que se había prometido.
Sin
embargo, aún quedan 8 fines de semana de sufrimiento por delante para
seguidores, ingenieros y pilotos, que ya se han resignado a aceptar que éste no
va a ser el año de McLaren-Honda. Un año que, según dicen, se ha reducido a
unos test en los que ellos acumulan kilómetros (y sanciones) mientras el resto
de escuderías luchan por acumular puntos. Unos test que ya tienen las miras
puestas en el año que viene, esperando cumplir todo lo que se había prometido
para este.
¿Conseguirán
esta vez su objetivo? ¿Volverán a decepcionar a tantos aficionados? ¿Será
realmente 2016 su año? ¿Seguirán vendiendo humo como hasta ahora?
Parece
difícil, casi tanto como lo parecía a principio de este esta temporada. Pero
nunca hay que subestimar a una curtida escudería, y a unos ex campeones del
mundo de fórmula 1.
Paula San Martín. @Paula_lovesmile.
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