El fútbol de la nueva Alemania respira a través de un modelo que Löw decidió clonar después de perder contra España en Viena el 29 de junio de 2008. Un patrón que ha ido evolucionando hacia una variante naïf del guardiolismo, donde cada vez menos jugadores ocupan su posición natural. Centrales jugando de laterales, laterales jugando de mediocentros, mediapuntas livianos actuando como extremos, atacantes todoterreno alineados como falsos nueves... Da la sensación de que con Lahm jugando de Lahm o con Klose de killer con Müller por detrás, el rendimiento de la Manschaaft sería menos romántico, pero quizá más efectivo. Incluso Manuel Neuer, que también ha roto con el molde del clásico portero alemán, rudo y salvaje, ha visto su posición de guardamallas alterada por el modelo de juego.
En mayo del año pasado, Pep Guardiola llegó a un Bayern con el trono de campeón de Europa recién estrenado. Se puso entonces manos a la obra para que lo mejor del legado de Heynckes mutara hacia su perfeccionista concepto del juego. A saber: Lahm por delante de la defensa, recuperar a Rafinha para que fuese un derivado de ‘su’ Dani Alves, un ramillete de jugadores con gol y piernas para el rol de falso nueve... Y, claro, el portero del remozado Bayern debía convertir en una prioridad el juego con los pies. Neuer, que nunca fue un experto en esas lides, empezó a entrenarse duro para tal efecto.
El resultado global de la temporada ha dejado un sabor agridulce, puesto que el rodillo pasado en la competición doméstica se ha visto ensombrecido por el ajusticiamiento que propinó el Madrid en la semifinal europea. Y después de todo eso, el Mundial. Löw, un técnico que se precia de absorber lo mejor de cada casa, se ha plantado en Brasil con la idea de sacarle jugo a todo lo que Pep ha implantado en el Bayern. Como caso paradigmático, el de Lahm. Mientras que en el Bayern su posición la cubre un especialista, en la selección, poner al menudo futbolista en la base de la jugada ha supuesto desvestir a un santo (lateral diestro) para vestir a otro. Ante las incógnitas que ha suscitado el rendimiento de Khedira y Schweini, el seleccionador teutón se ha decidido por esa opción. La diferencia es que en el combinado nacional no hay un Rafinha.
No obstante, la nota más destacada ante Argelia estuvo en la portería. Algo que, pese a empezarse a intuir antes, alcanzó su máxima expresión: Neuer saliendo del área para cortar cualquier balón mandado a la espalda de su defensa. Prácticamente, intervino así ante uno de cada dos ataques de los magrebíes. En la retina quedaba la salida del cancerbero de Gelsenkirchen en la vuelta de las semifinales de Champions en el Allianz, antes de que el Madrid empezara la escabechina. Ese día, una salida que Neuer abortó con un cabezazo y que acabó en los gatillos de Bale no abrió el marcador de milagro.
Pero contra los africanos, lo cierto es que el rendimiento de Neuer fue perfecto. Solventó con acierto todas sus salidas y, lo más importante, salvó varias acometidas que podrían haber sido fatales. A uno, tras ver a un portero germano campando a sus anchas por la zona en la que el líbero sale de la cueva, le queda la sensación de que el fútbol alemán está en el punto culminante de su evolución. Vienen a la cabeza nombres como Oliver Kahn, Tony Schumacher o Sepp Maier, que eran, ante todo, caciques de su área. Quizá sí deba plantearse si cambiar a Effenbergs por Öziles ha sido un negocio rentable, puesto que hay tramos de los partidos en los que su juego de siempre se desnaturaliza. Pero ampliar el ramillete de prestaciones de tu portero es otra cosa. Neuer es un candado. Un tipo que ha demostrado con creces ser un seguro bajo los palos. Y que ahora está aprendiendo a jugar con su defensa a treinta metros de distancia.

Francia-Alemania es, sin atisbo de duda, un envite de campanillas para abrir la ronda de cuartos. Asimismo, mucho se habla estos días de la venganza francesa. En el horizonte, recordemos, dos semifinales consecutivas de la Copa del Mundo, en España '82 y en México '86. Tres décadas después, el escenario será antagónico. La entonces exquisita Francia de los Platini, Tigana y Giresse es ahora un conjunto contragolpeador. Y la clásica robustez alemana ha sido ya sustituida por un patrón más alegre, representado en jugadores como Götze, Özil o Schürrle. Y donde también hallará diferencias un viejo aficionado bleu es en el perfil del portero rival. Los rizos y las patadas karatekas de Tony Schumacher serán en esta ocasión substituidos por aventuras más allá de la frontal en las que un chaval con las facciones de Oliver Twist soltará la pierna para intentar cortar un balón y no a un rival. Será una venganza, sí. Pero con papeles cambiados.
Albert Valor (@PLF_2008)
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