
La primera parte destacó por lo que suele hacerlo un partido de este tipo: intensidad y lucha, acompañadas de errores y juego trabado. Apenas se crearon ocasiones, y la más clara la tuvo Ángel, en un mano a mano que logró solventar Pacheco.
El partido cambió en el minuto 44, momento en el que Culio, quien jugó su peor partido con la camiseta blanquilla, vio la segunda cartulina amarilla, y tuvo que marcharse a la ducha. Discutible. Lo que sí es seguro es que el árbitro podría haberse ahorrado esa tarjeta, la cual rompió el partido tan abierto y peleado que estábamos viviendo.
A raíz de la expulsión, el Zaragoza se armó con un 4-4-1, y con la mentalidad de que le tocaría sufrir en los segundos cuarenta y cinco minutos. Y así fue. Pero no tanto como se intuía.
El Alavés, que tenía una oportunidad de oro para dar un golpe en la clasificación, y distanciarse con creces de un rival directo y en un gran estado de forma, la desaprovechó. Tuvo la posesión en campo contrario, pero no creaba jugadas que inquietaran lo más mínimo a Manu Herrera. Dani Pacheco fue lo más destacado del cuadro local, y Toquero falló una ocasión muy clara.
El Zaragoza disponía de ciertos momentos en los que gozaba de la posesión y triangulaba con calma y sin prisa. Estos períodos de tiempo fueron los que, en última instancia, permitieron sumar un punto en un estadio dificilísimo. 0-0. Un empate que demuestra lo complicado que es ganar a este Zaragoza, que, hasta con un hombre menos, hacerle un gol no es tarea sencilla. Además, el cuadro visitante le gana el goal average al equipo vasco.
El partido se le fue de las manos al colegiado, quien tenía muchas ganas de ser protagonista. Hasta 13 cartulinas amarillas mostró a lo largo del encuentro (incluyendo las dos que le costaron la expulsión a Culio). Con un panorama como este, lo mejor fue que el partido acabara lo antes posible, pues su rigurosidad bien podía haber acabado con más de un expulsado en los minutos finales.
El Real Zaragoza encadena su quinto partido consecutivo sin conocer la derrota, contra rivales de una alta complejidad, y se acerca a los puestos de promoción. Puede que no se esté viendo el trabajo en el campo reflejado en la tabla, pero, si el equipo sigue así, se da por seguro que estará arriba a final de temporada.
Tras estos cinco encuentros, el Zaragoza ha recuperado esas ganas de ganar que le faltaba, ese respeto que genera sobre los contrarios, ese carácter competitivo que echábamos de menos… Ahora, este puno tiene que hacerse bueno en La Romaerda, frente al Albacete. Pero, lo que está claro, es que este Real Zaragoza puede ganarle a cualquiera.
Redactado por Ricardo Nuez (@RicardoNuez96)
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