El meta ghanés no atraviesa su mejor momento. Los nervios pasan de la portería a la grada y del público a la zaga. El 0-2, obra de Caballero y producto de otro desajuste defensivo, no hizo más que acrecentar el disgusto masivo y la desesperación.
Ni el desparpajo de Abel Moreno ni los chispazos de calidad individuales de hombres como Pedro Ríos sirvieron para recortar las merecidas diferencias. Por eso en el descanso a Oltra no le quedó más remedio que quitar a Luso y dar la alternativa a un atacante, que debutaba como blanquiverde, Moha. Del movimiento táctico salió beneficiado Carlos Caballero, que pudo al fin demostrar su calidad, que el Córdoba había desperdiciado 28 jornadas, uno de los mejores organizadores de la categoría de plata.
El Córdoba, atrincheró al Lugo y respondió relativamente pronto en el electrónico, gracias a la enésima acción de calidad de Florín. No importa que en juego apenas haya una pelota en la esquina. El rumano va a por ella. Y ocurrió de nuevo, una jugada individual sobre la línea de fondo y una definición excelente cuando apenas tenía ángulo supusieron el 1-2.
Tenía aún media hora el Córdoba para lanzarse a por el empate. Corría riesgo de recibir la puntilla a la contra. Apretaron, sacaron su orgullo y, sobre la marcha, aprendieron los blanquiverdes que había alternativas a los balonazos. Las jugadas llevaban al fin un hilo lógico, Caballero. Futbolistas como Pedro Ríos colaboraban y sacaban todas sus ganas, pero esto no fue suficiente.
Faltaron ocasiones claras, aunque disfrutaron de ellas Stankevicius y Deivid. No les acompañó el acierto. Y no premió el empate la obligada valentía de los jugadores cordobesistas. Siguió pesando demasiado en el marcador un primer tiempo tan negativo. El contraste, al menos, fue clamoroso entre el bien y el mal, separados por el descanso.
El Córdoba se posiciona en quinta posición, mientras el Lugo escala puestos y se pone décimo en la clasificación.
Redactado por David (@davidcabellogin)
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