Como ya es
costumbre, el Calcio ha sido el último en volver a nuestras ajetreadas vidas.
Casi no nos hemos dado cuenta, puesto que tras un Mundial el síndrome de
abstinencia nos hace olvidar que el fútbol existe hasta que empiezan las
Supercopas nacionales o europeas. La Serie A sigue teniendo a los mismos
favoritos de siempre. También el mismo objetivo. Mientras un fútbol que otrora
fue referencia se lame hoy todas sus heridas ansiando recuperar grandeza,
Juventus y Roma tienen este año una responsabilidad grande en la Champions
League. Ya perdieron los transalpinos esa cuarta plaza en la máxima competición
europea hace unas temporadas en favor de la Bundesliga, campeonato remozado y
al alza.
Con la eliminación del Nápoles a manos del Athletic en el fastuoso San
Mamés, muy bien lo tendrán que el campeón y el subcampeón domésticos para
evitar que la Ligue 1, la Liga Zon Sagres o la Eredivisie amenacen un ya de por
sí maltrecho estatus. Véase coeficiente Uefa.
Parece difícil,
no obstante, que el resto les acompañen en tal empresa. El Nápoles, como
decíamos, cae a la Europa League este año. Parece una competición menor, aunque
el hecho de que el vencedor tenga plaza directa en la Liga de Campeones 2015-16
resulta goloso para cualquiera. El resto sobrevive a base de operaciones
extrañas, repescando viejas glorias o futbolistas de clase media, como los
equipos de Milán (M'Vila, Menez, Medel, Álex, Torres...), o vendiendo a sus
jugadores de referencia a ligas que hace años tenían a Italia como espejo en
que mirarse. Una década atrás, hubiera resultado extraño que los mejores
jugadores de un equipo la zona media-alta (como lo fue el Torino en la 13-14) fueran
reclutados por el subcampeón alemán o un campeón de nuevo cuño como el Atleti
antes que irse a los grandes del país.
Hablando ya del
juego en sí, ese Torino-Inter de la primera jornada es una postal de lo que es
hoy día un partido en Italia. Un cero a cero con pocas cosas por rescatar. Un
empate a poco protagonizado por una amplia mayoría de jugadores mediocres. Y
los que aportan algo de luz, cercenados en sus funciones por entrenadores como
Mazzarri. Incluso a Nemanja Vidic, central de referencia en la última época, le
dio por autoexpulsarse de manera pueril en su debut, ya cuando el descuento
tocaba a su fin.
Vemos también a un
Milan que parte de la nada y que tendrá como objetivo mejorar el año pasado. No
parece difícil tras el páramo del cual proviene. Más con los fichajes de un
buen portero como Diego López, un atacante como Jeremy Menez, la cesión de
Fernando Torres o la recuperación de El
Sharaawy. Tiene margen para mejorar. Eso, más lo que ya tenía (Montolivo, Honda
o Poli) es una decente materia prima. Ya sin Ballotelli, todo será más taimado
en el costado rojinegro de El Duomo. De momento, y aunque sirva de poco, los de
Inzaghi son el primer líder del curso. Y aún podría llegar Van Ginkel, otro
futbolista de enjundia.
Como se
apuntaba, los dos equipos punteros son la gran esperanza. Pese a que la Roma ha
perdido en los últimos días a Benatia, se ha reforzado con por vía helena,
representada en dos defensas que, al igual que los capitalinos, siguen
progresando y mejorando. Manolas y Holebas eran dos desconocidos hace un año.
Pero de la mano de Míchel en Olympiakos y de un Mundial que enseñó al planeta
su evolución, hoy parecen dos refuerzos de garantías para un conjunto que
representa, sin atisbo de duda, el proyecto más sano de toda Italia. A los
griegos hay que añadir la incorporación de Iturbe, que se une a las buenas
sensaciones que dejó Gervinho la temporada pasada. El marfileño vive a gusto
bajo el paraguas de Rudy García, un entrenador que siempre supo exprimir esa
punta de velocidad que hoy en día cuesta de ver por Italia. Y, cómo no, también
el sempiterno Totti tendrá algo que decir.
Viéndole jugar uno tiene la
sensación de que jugará hasta que quiera.
La Juve, por su
parte, es una X por despejar. Y no por no haber fichado nada despampanante, que
también. Su problema es la marcha de Antonio Conte. El titular que dejó el
piamontés a su marcha, reconociendo que no se puede ir a comer a un restaurante
de cinco tenedores con 10€, deja a las claras que la entidad de la Fiat es un
gigante con pies de barro, con una economía por debajo de sus aspiraciones. Un
equipo sólido pero que ya hace años que da la sensación de estar mal acabado.
Pero no todo son
desgracias en el país de la bota. Sigue habiendo Candrevas, Lodis y Bergessios.
Sigue habiendo propuestas como la del Parma, un equipo que decidió volver de la
muerte tras haber tocado el cielo, pero esta vez basándose en la honradez de
sus dirigentes. O Di Natales. El longevo goleador come aparte. Si el pasado mes
de mayo estaba jugando el que por entonces era su último partido en el fútbol
profesional, ayer estaba de nuevo en el Friuli percutiendo las redes de dos en
dos. Otra bocanada de aire fresco es la de Simone Zaza. El atacante de cabeza
rapada y barba cerrada y tupida nos regaló ayer un empalme delicioso. Magnífica
postal para estrenar la internacionalidad con la azzurra. Y precisamente en el
equipo nacional hay otra buena nueva. Todo lo que pierde la Vecchia Signora con
la marcha de Antonio Conte lo gana la selección.
Desde luego, la
mezcla entre italianos y balón siempre ha dado resultados a tener en cuenta,
para bien o para mal. Un pueblo latino, de sangre caliente, con ese peculiar y
desenfadado modo de ver la vida y que, no obstante, se toma tan en serio este
deporte. Un deporte que en su día sublimó con una táctica llamada Catenaccio.
Una apuesta férrea y encorsetada, muy lejos del entusiasmo italiano, y que hoy
se antoja desfasada. Todo muy contradictorio. Y digno de estudio, sin duda.
Hasta aquí los
ecos de la primera jornada. Quizá crean que nos hemos olvidado de la Fiore o de
su tendencia por fichar jugadores livianos. El último, Marko Marin. O de la
Lazio, un equipo que parece sobrevivir atenazado por la poca valentía de sus
entrenadores. De todo esto y más les hablaremos en las próximas fechas. De
momento, el Calcio está de vuelta. Esperemos que lo haya hecho para quedarse.
La aristocracia del fútbol europeo lo echa menos.
Albert Valor Jiménez
(@PLF_2008)
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